1º de Mayo: Por un empleo que no nos robe la vida

Vivimos tiempos convulsos. El sistema capitalista y sus líderes están viendo como cada vez se acerca más su fin y no van a dejar perder sus privilegios aunque para ello tengan que exterminar a quien sea y destruir lo que haga falta. No están dudando en desarrollar a pasos agigantados el ecofascismo con tal de hacerse con el control de las materias primas para seguir alimentando la maquinaria tecnológica y explotadora de la producción burguesa.

Es por esto que tanto las empresas como la banca y la clase política continúan arrebatándonos a la clase trabajadora nuestros derechos, conquistados antaño mediante organización y lucha.

Nuestra clase no entiende de fronteras ni de banderas, pues padecemos la misma explotación a manos de la clase dominante en cualquier parte del Globo, independientemente de nuestro color de piel, sexo o cultura.

En el último año vemos como las promesas del autodenominado gobierno más progresista de la historia caen en saco roto, pues las cifras de paro siguen siendo abrumadoras, la siniestralidad laboral ha aumentado más de un 10%, el problema de la vivienda continúa sin solucionarse y sigue agravándose la brecha salarial de género al tiempo que lo hace la desigualdad económica entre clases. El estancamiento de los salarios ha menguando el poder adquisitivo de la población trabajadora enormemente en los últimos años. Además, los servicios sociales siguen su progresivo deterioro con una sanidad cada vez más deficitaria y un sistema educativo (únicamente pensado para producir trabajadores dóciles) totalmente desbordado. Mientras, se mima a las empresas privadas y se vuelcan millones de euros públicos en privatizaciones, en detrimento de lo público.

Podemos detenernos un momento en las cifras del paro ya que son un mantra que intenta explicar el éxito de este gobierno más progresista de la historia. Nos presentan constantemente unos datos fantásticos, pero si los analizamos, aún con esos bonitos números que ofrece el gobierno, se tardarían unos 30 años en acabar con el paro; algo que no ocurrirá ya que el espejismo de las bondades de su reforma laboral ya ha alcanzado todas las expectativas que se podían esperar y la creación de empleo y el descenso del paro, además de frágiles, van en claro retroceso. En un sistema que se caracteriza por la desposesión y las separaciones el paro es imprescindible, gobierne quien gobierne.

El otro mantra que ya huele a rancio de tanto repetirlo es el de la generalización de los contratos fijos. Sí, han aumentado los contratos indefinidos desde la reforma laboral, pero ¿qué condiciones definen actualmente el contrato indefinido? ¿los periodos de prueba? ¿el coste del despido? ¿las causas objetivas? Un contrato indefinido hace 20 años podía llamarse contrato fijo; hoy podemos llamarlo indefinido porque no está definido cuánto durará.

Pero estos problemas no los sufren por igual todas las personas de la clase trabajadora, ya que padecemos unas instituciones que, además de clasistas, son en buena medida machistas, racistas y patriarcales; y existen ciertos grupos más marginalizados que tienen que padecer otros abusos en sus empresas o administraciones públicas como la transfobia, el acoso sexual, el racismo, la homofobia o el mobbing.

Mención aparte hacemos de nuestras compañeras sindicalistas, tanto de CNT como de otros sindicatos, que son víctimas de la represión judicial y del estado por luchar por sus derechos y defenderse de los abusos empresariales. La criminalización de la protesta y de la organización no es algo nuevo, pero continúan avanzando. Hoy, siendo 1º de mayo, el día patrimonio de la clase trabajadora y de sus luchas, hay que afirmar sin dudarlo que ¡hacer sindicalismo no es delito!

Hemos mencionado el detrimento del gasto en servicios sociales, de emergencias y públicos. Pero esta realidad es más dolorosa cuando se sabe (y se anuncia a bombo y platillo) que el presupuesto en gasto militar sigue aumentando como nunca y lo va a hacer más aún, sumisos a las políticas armamentísticas de una UE, cada vez más racista y dominada por el discurso y la acción política de la extrema derecha; y de sus socios estadounidenses, promotores del estado criminal de Israel y del Genocidio del pueblo palestino.

Nos encontramos pues en un momento histórico en el cual debemos afrontar varias crisis: por una lado la crisis climática que está poniendo en jaque la supervivencia de nuestra especie y del resto de seres que comparten el planeta con nosotras, en la que claramente nuestra clase es la que más tiene que perder; la crisis económica donde la diferencias salariales y las desigualdades entre ricos y pobres nos mantienen en la precariedad o la miseria; la crisis de vivienda, que no es una crisis si no un sistema en el que se comercia con un bien de primera necesidad en beneficio de los grandes propietarios y el sector turístico; la crisis ideológica, pues la mayor parte de la socialdemocracia está haciendo propias consignas de la extrema derecha con tal de arañar votos y parte de la población sucumbe al discurso populista de los nacionalismos; y la crisis de valores donde lo superfluo cobra una importancia máxima en una era en que las redes sociales e inteligencias artificiales llevan a la población hacia una total desconexión de los problemas reales, y a la fatídica individualización frente a lo colectivo, frente a la solidaridad y el apoyo mutuo.

Por ello desde CNT Guadalajara apostamos por un modelo sindical basado en el asamblearismo, autogestionado y sin liberados; con una herramienta de acción sindical en las empresas clara: la sección sindical, institución puramente obrera, exclusivamente sindical y radicalmente horizontal, como contraposición a los comités que son herramientas en manos de la empresa y del estado.

Luchamos por la socialización de la producción y de los servicios para que no atiendan a las necesidades del mercado o del lucro de unos pocos, si no a las necesidades de la clase trabajadora y sus gentes; y nos organizamos entre iguales para hacer frente a los problemas que vengan, como quedó reflejado en Valencia: solo el pueblo salva al pueblo.

Para ello reclamamos al estado y a las empresas la reducción de la jornada a 30 horas semanales, porque hay que cuidarse, hay que apostar por la conciliación familiar, y porque hay que poder disfrutar de nuestro tiempo libre, además de repartir el trabajo y crear nuevos puestos de empleo (y acabar con otros). Reclamamos igualmente el aumento de las pensiones y los sueldos sin discriminación de género, en base al encarecimiento de la vida; poner fin a la especulación inmobiliaria para que el derecho a la vivienda sea una realidad para toda la población; acabar con la criminalización y persecución de la protesta y del libre derecho a hacer sindicalismo; poner fin a las prisiones donde las personas reclusas son utilizadas como mano de obra barata por empresas y a los centros para inmigrantes donde las personas racializadas son encerradas como ganado; y por supuesto reclamamos acabar con el gasto militar para destinarlo a partidas sociales y de emergencia. Reclamamos el desmantelamiento de la industria de guerra y de los ejércitos y reclamamos una vez más la salida de la OTAN.

Contra los negacionistas, imperialistas, explotadores y genocidas, contra el machismo, el racismo, la homofobia, la transfobia y la xenofobia, debemos auparnos la clase trabajadora de manera organizada, mediante la solidaridad y el apoyo mutuo, porque la clase dominante nos quiere aisladas, sumisas y desbaratadas.

¡AMOR, REBELDÍA Y ANARCOSINDICALISMO!